El Trip VI
Poco antes de las 8 a.m. ya estábamos en el muelle.
Otro dato acerca de San Carlos es que también hay un club de Yates y el muelle esta repleto de Catamaranes, yates y demás embarcaciones para aquellos que les encanta andar el lancha (sin albur). Llego Gary y nos pasó a nuestro Calypso de petatiux.
Abordo íbamos: Tania, mi papá, un gringo despistado, yo, el capitán, el millonario y su esposa, la actriz de cine, y todos los demás…. bueno en realidad solo iban el Capitán Ramón y su Chalan Edgar.
Navegamos como 30 o 45 min hasta que el capitán encontró un buen lugar para pescar. Nos dieron una caña a cada uno, nos pusieron la carnada, nos explicaron lo básico y nos pusimos a pescar.
Al minuto, como si hubiera entendido perfectamente, mi papá sacó un pez, y luego otro, poco tiempo después el gringo se llevó uno this big, y mi prima sacó un Pez Dorado venenoso. Mientras yo como el chino. Como a la media hora sentí el jalón, y empecé a subir la línea, el méndigo peleaba como marlin, pero resultó ser un charal. Cheil!.
El capitán nos platicó que en ese mismo lugar donde estabamos, en el mes de marzo se pueden ver ballenas, (y no de las de Cerveza, esas se pueden ver todo el año).
Así estuvimos un par de horas pesque y pesque hasta que nos aburrimos. La tripulación entonces, nos llevo a un bahía atrás de un risco donde había una sombrita muy a gusto y el mar estaba muy claro y se podía ver el fondo del mar. Daban ganas de nadar pero con el agua tan fría también daban ñañaras y no nos metimos.
Así que la tripulación se puso a cocinar el pescado que habíamos conseguido mientras nos tomábamos un refresco y escuchábamos música. El selecto soundtrack del bote para mi sorpresa era música bastante a gusto, cosas como vintage rock, onda Credence y de ese estilo.
Platicamos con los marineros, que decían ser de Guaymas y aparte de dedicarse a dar Tours de pesca, estaban en el equipo de rescate de buzos, sabían cocinar y tenían un gusto musical muy decente. ¡Con razón han salido tantos presidentes de Guaymas! Pura gente bien versátil, me cae.
Mientras preparaban el pescado una parvada de pelícanos y gaviotas, cual película de Hitchcock rodearon el bote esperando que les tocara siquiera un taco.
Comimos muy rico, empanizaron el pescado y nos lo comimos en taquitos. Aunque esperábamos ceviche, resulta que a los Norteamericanos no les gusta, y como ellos son mayoría por allá pues ni modo.
Ya empachados al medio día nos regresamos al paraíso.
La siguente parte del plan para ese día era volvernos a tirar de panza en alguna playa. Y esta vez Lilia nos dejó en la playa del Hotel Gran Turismo que hay en San Carlos, mmmh, no recuerdo el nombre, pero era un Hotel & Convention Center con toda la mano. Muy grande y lujoso pero vacío.
Estoy seguro que haber ido en temporada muy baja a San Carlos influyó en mi percepción del paraíso. Pero dicen que en semana santa se pone hasta las manitas de turistas importados y domésticos.
Nos pasamos al bar del hotel a echarnos un trago (no nos fuéramos a secar por dentro), y acto seguido Tania y yo nos fuimos a buscar un lugar playero para quedarnos el resto de la tarde.
Esta playa esta del otro lado de San Carlos, en el extremo opuesto a Bahía Delfín. La playa empieza con el hotel gran turismo y termina con el Club Med abandonado. En medio hay como 1km de puras dunas y algunas casas de verano de gente muy afortunada.
Encontramos una duna a gusto y nos tiramos a recibir Sol.
Originalmente yo llevaba un libro que me había dejado mi Tío José Luis, uno de Dan Brown (El del Código Da Vinci) que hablaba de espionaje virtual, no recuerdo el Título. Pero Lilia se lo aperró en la carretera y no lo quise empezar a leer por no picarme y dejárselo. Así que no tuve nada que leer en la playa, pero no me hizo falta por que lo sustituí por la maravilla con patas que fue mi CD player refurbished y mis CD?s atascados de MP3. Estuve escuchando cualquier cantidad de música, muy a gusto.
Después de un rato Tania se fue a caminar por la playa y yo me senté en una Duna a escuchar música. La vista que tuve desde esa duna, del mar, el sol, el viento y las gaviotas volando a ras de tierra estuvo fantástica, un desperdicio no estar enamorado, pero igual la gocé mucho mucho.
Como a la hora después, regresó Tania que había caminado hasta el final de la playa, justo antes del Club Med Fantasma y había visto un lugar con un letrero que decía: Stop, have a drink. Lo cual se nos hizo muy buena idea y fuimos por un trago.
El lugar llamado «The Kite Shack Hang Out», es el sueño de la mitad de la población del mundo. Es un lugar en la playa, con 3 paredes, un refri lleno de cerveza, un gringo despreocupado vendiéndola y sin baño. You can go behind the palmera, dijo el gringo.
Pedimos un par de cervezas, cada una costaba 20 pesos, que después de la visita a Mazatlán se me hizo carísima. Pero volteé a ver el mar y el atardecer y me regañé por estar pensando necedades.
Nos sentamos y vimos, en mi opinión, un atardecer que sin broncas llega a mi Top 5 de atardeceres espectaculares.
Llegó mi padre por nosotros, y después de una escala de relax en la casa nos fuimos a cenar
Nos fuimos a cenar a un lugar de carnes llamado Bronco, muy nais y muy rico. En la cena nos acompaño el Ing. De Garay, una celebridad local, que a sus 80 años es de esas personas muy agradables que tienen una anécdota para todo. Ojalá no hubiera estada tan cansado para platicar un poco mas con él.
Al día siguiente me levante tan temprano como si fuera a trabajar. Todo el camino a Hermosillo y el vuelo de 3 horas hasta la ciudad de México me fui Jetón. A la 1:30 del miércoles, ya estaba sentado en mi oficina atascado de pendientes.
Esos 5 días fueron la mejor manera de empezar el año, me divertí como enano. Y estoy seguro que San Carlos si es el paraíso. (De hecho la llave que les dan a los de Pare de Sufrir ha de ser de ahí).
Fotos Pronto…