El Trip V
Durante mis breves vacaciones tuve un par de sueños muy curiosos. El primero fue durante la primera noche en Mazatlán soñé que iba por Masaryk con un grupo de amigos varios, cuando ellos se interesan mucho en unas figuras de Pewter que había en una como joyería (las figuras eran de SW por supuesto), a mi no me interesó y me fui de ahí, un poco mas adelante me encontraba a una amiga que le daba mucho gusto verme, me abrazaba y me preguntaba que había hecho. Yo le platicaba que recién había estado en Mazatlán pero estaba tan bonito que igual y pudo haber sido un sueño. En eso me puse a pensar que no me acordaba de cómo había regresado de Mazatlán y le decía que mas bien ella era el sueño, todo se empezó a desvanecer y abrí los ojos abrazando a mi almohada. Es chido cuando se puede hacer consciencia del sueño.
Otra noche recuerdo a grandes rasgos que soñé que andaba con una niña que yo sentía que no me quería del todo y estaba pensando en mandarla a la goma, le platicaba de esto a dos o tres personas y nadie me daba opinión. Al regresar a mi casa y abrir la puerta que da a las escaleras de servicio desde la cocina, me encontraba a esta niña colgada con un aspecto espeluznante, onda niña del Aro. Me desperté del susto y me tomó un poco de tiempo abrir los ojos, no fuera a ver esa imagen.
En fin, el lunes en San Carlos nos amaneció ya algo tarde, escarbamos una bodeguita de la casa y conseguimos una sombrilla, 44 toallas, y nos fuimos a conocer el paraíso.
Primero Lilia nos dio un Tour de lo que hay que ver en San Carlos (No Mucho), eso incluye un Club Med Abandonado, los tres hoteles de San Carlos (El gran turismo, el típico mexicano y el motel barato) y una cantidad de casas con unas vistas chulas y mamonas de bonitas.
Mi tía se mudó a San Carlos para entrar en el negocio de las bienes raíces que asegún, era de lo mas redituable, ya que los precios de las casas iban desde 200 mil hasta 1 millón de dólares, y a los gringos les encantaba comprar y vender para pasar el tiempo.
El Paisaje de San Carlos era realmente muy espectacular. Era el desierto de Sonora, con playa. Por lo que no había ni una palmera ni nada remotamente tropical en el lugar, sino mas bien riscos tipo el Coyote y el Correcaminos llenos de Cactus y flora desértica. Uno de los riscos mas destacables es el Tetakawi, que le dicen así por que con un poco de imaginación y unas chelas encima parecen las tetas de una cabra nomás que volteadas (No sabría decir la verdad, nunca he tenido cerca las tetas de una cabra). Este famoso risco es el símbolo de San Carlos.
Después del Breve, pero no por eso corto Tour, pasamos por un oxxo, compramos un par de Seis de cheves y nos fueron a botar a Tania y a mi a una playa cercana.
La playa a la que llegamos estaba junto a unos condominios no muy lejos de la entrada del pueblo (la verdad nada estaba lejos de ningún lado) y se extendía como por 5 km sin nada mas que playa. La arena estaba fina, el sol a gusto, no había nadie mas que dos gringos como a 500m de distancia, era nuestra playa. Hicimos nuestro campamento, sombrilla, toallas y hieleras y nos sentamos (tiramos de panza estaría mas exacto) a ver el mar.
Como San Carlos es una bahía de un conjunto de bahías, el mar es una albercota, las olas mas grandes tendrán, con luna llena, unos 15 cm y a pesar de que el sol estaba bastante fuerte, seguía siendo invierno y el mar estaba en exceso frío. De dar miedo. Así que estuvimos guardando nuestras distancias hasta que sintiéramos el suficiente calor como para compensar la nadada.
En eso estabamos cuando a no más de 15m de nosotros se acercaron como 5 delfines y empezaron a jugar y saltar. Tania y yo nos anonadamos. Un espectáculo sublime.
Me sorprendió mucho que teniendo tanto mar, los delfines fueran a jugar precisamente en frente de nosotros. Dudamos en si deberíamos de meternos a nadar con ellos, pero entre lo frío del agua, que los fuéramos a ahuyentar o que fueran mas hostiles fuera de una alberca de Delfinario, decidimos solamente quedarnos a admirarlos. En ese momento decidí que era la mejor playa el la que había estado en mi vida.
Como ya era lunes a medio día, no tarde mucho en recibir llamada de mi asistente para preguntar algunas cosas y ponerme al tanto de otras.
Mientras le daba instrucciones, con el celular en una mano, la cerveza en la otra y los delfines saltando frente a mi, me sentí como en comercial de Movistar o de Corona. Marx bendiga a las telecomunicaciones.
Estabamos tan a gusto que declinamos ir a comer cuando se nos requirió para ello (aparte que no llevaba mis antidepresivos para ir a Guaymas), así que nos quedamos en la playa hasta que el sol se puso y empezó a hacer frío. Al irnos de la playa vi un letrero que explicó muchas cosas: «Bienvenidos a Bahía Delfín»
Cuando mi padre pasó por nosotros, tuvo la gran idea de ir a investigar acerca de paseos para pescar.
«QUE?!! ¿Levantarse a las 4 am de vacaciones para irse a asolear toda la mañana en medio del mar sin hacer nada?, ¿dónde firmo?»
Fuimos con Gary, que es el mas grande (y único) establecimiento que organiza esos Tours. Como es pueblo chico (infierno grande), nos entreamos de que Gary es un Norteamericano que lleva 20 años en el negocio de Tours de Pesca, buceo y snorkeleo y que vive sin preocupaciones y tiene un montón de lana dispuesta a ser invertida en lo primero que se le ponga en frente.
El precio se nos hizo razonable y reservamos para ir al día siguiente muy temprano a pescar.
De la ahí, dimos dos pasos e hicimos escala en la oficina de Lilia para checar mails y tener contacto con la civilización y luego nos fuimos a buscar un lugar a donde cenar.
Tania y yo teníamos como que ganas de Mariscos y en el primer lugar donde nos paramos ver que onda. Nos dijeron que ellos no tenían, pero a 100 metros había un lugar muy bueno, lo malo es que cerraban temprano (como a las 9) pero que ellos si cerraban hasta tarde, «hasta» las 11.
Entre el nightlife tan prendido y el hecho que la mayoría de las Babes de por allá le rascan a la tercera edad, un Wild On! San Carlos nomás no creo que pegue.
Continua . . .