Día 1
El boleto de avión lo compre en una promoción por ahí de marzo y me salió muy barato, así que a mas de 6 meses después no se sintió tan perrón el gasto de las vacaciones.
Mi señor padre me dio un aventón al aereoplátano, nos fuimos muy temprano, pasamos a desayunar y platicamos muy a gusto.
Aunque nunca me dice nada, sé que mi madre esta molesta con el por algo, no se han hablado en toda la semana. Me consterna dejar a mi madre sola, pero bueno, paso tan poco tiempo en mi casa últimamente que no creo que hubiera mucha diferencia.
Entre lo que platicamos durante la hora de tráfico que hicimos al aeropuerto, fue que, ya que no va a haber aeropuerto en Texcoco, lo conveniente seria que internacionalizaran mas los aeropuertos de Cuernavaca y Toluca. De buenas hubiéramos hecho mucho menos tiempo a Cuernavaca que al Benito Juárez.
En fin, ya en el aereoplátano coincidimos con la llegada de algunos de los atletas paraolímpicos con medalla y todo. Me acerqué a una de ellas y me tomé la foto. Afortunadamente pude disimular lo villamelón, ya que de reojo vi que uno de sus parientes llevaba el recorte del periódico y alcance a leer nombre y disciplina. «¡Felicidades María Estela!, ¡Bienvenida!», le dije como si estuviera enterado desde siempre. Traía sus medallas colgando. Oro por lanzamiento de Bala y Plata por jabalina, muy padres. También traía una cara de felicidad muy chida.
Alcanzamos a ver al menos 4 medallistas mas, todos rodeados de gente, siendo felicitados y dando autógrafos.
Antes de subirme al avión, pasé a hacer del cuerpo (que chida expresión), y ahí derrame una lágrima (aparte de alguno que otro fluido), conmovido al ver escrito en la pared, muy discretamente, casi imperceptible el pensamiento de un poeta urbano seguramente incomprendido:
Una verga se murió
Su espíritu anda vagando
Tenga cuidado compañero
No lo vaya a agarrar cagando
Conmovido y pensativo me dispuse a abordar mi vuelo.
Para no variar mi suerte, la sala de abordar que me tocó estaba casi del otro lado de churubusco, y pues ahí voy. Acto seguido, nos suben a un camioncito para llevarnos al aeroplano. No se por donde se metió el camioncito, pero me cae que casi regresamos a mi casa, por un momento pensé que siempre si se había construido el aeropuerto en Texcoco y que nos llevaban para allá.
Hay una anécdota dos tres famosa, que dice que American Airlines una vez se ahorró un dineral quitando una aceituna de su menú en cada vuelo. Ni me quiero imaginar en que se estará ahorrando la lana Aereocalifornia. Cheil!
Pero bueno, al menos el avión tenía aeromozas de buen ver, y una de ellas hasta con su acentito norteño, mmmh.
Hicieron su show ese de las puertas y las mascaras de oxígeno que ya nadie pela, con mas hueva que como cuando cantan las mañanitas en la oficina. Se presentaron como Mónica y Marisela, así como las del almacén, me pregunto si fui el único en el avión que le dio risa tal estupidez.
He escrito mucho, está bien para no aburrirme. Aparte el cuate junto a mí en el avión no es muy platicador que digamos, a ver si en la convención me siento junto a Tyler Durdent o alguien así.
Ahorita estoy en el aeropuerto de Monterrey esperando conexión, voy a estar aquí un buen rato, así que me decidí a postear para matar el tiempo. Lo malo es que el costo por hora esta gacho… así que el resto del tiempo tendré que usar el libro que traigo.