Por ahí de 1998, cuando las vacaciones de verano todavía me duraban mas de una semana, todavía no pasaba la huelga de la UNAM, el Verde estaba viviendo en Ensenada, así que armé mi plan para ir a visitarlo haciendo escalas en puntos estratégicos (Mazatlán y La Paz y cualquier otro punto en B.C. que pareciera interesante).

Tomé un camión por la tarde, mi presupuesto era limitado así que el camión estaba medio chafa, tenía la videocasetera descompuesta y a mi gusto hizo demasiadas paradas, no fue buena noche, pero para las 8 am del día siguiente ya estaba yo en Mazatlán (ay! Mi Mazatlán).

No se que pasó por mi mente cuando estaba planeando y organizándome para mi gira, pero de lo poco que me arrepiento es de haber llevado la maleta mas incomoda del mundo para viajar. Era una maleta – bolsa enorme, del estilo como militar, era color café y básicamente parecía un cerote de metro y medio. Nefasta. Pero bueno.

De los recuerdos vivos que me quedan, es el bajarme del camión y sentir como la mañana te pega en la cara, mezclada con aire marino. Mmh. Tomé un Taxi.

Como parte del propósito original de mis vacaciones era ir «al chile» confié en el taxista para que me recomendara un lugar *muy* barato donde pudiera dejar mis cosas, darme un baño y principalmente hacer base.

Lástima que no recuerdo el nombre del lugar, pero estaba muy pintoresco y muy barato. Por míseros 40 pesos diarios uno tenía derecho a un cuarto de 2 por 2, con una cama (con sábanas sucias y rotas), una silla, una mesa, un baño que estaba dividido de la habitación sólo por una cortina de plástico y un ventilador (artículo de lujo). Lo que si no tenía precio

era el grafitti en las paredes de parejitas cachondas y turistas que dejaban como testimonio. Recuerdo: «Enjoy your stay at this dump» o «Fulanita aprieta rico» enorme.

Pero bueno, una vez instalado me salí a dar una vuelta por el puerto. Recuerdo que era muy temprano y debió de ser un día entre semana por que todo estaba de los mas calmado y tranquilo. En la playa, gente arrojando pan a los pelícanos y gaviotas que lo atrapaban a medio vuelo, otros aprovechando las olas mañaneras para tablasurfear, en fin, una postal.

Me senté y la disfruté.

El resto de la mañana caminé y caminé, me fui por la playa, por las calles, por el centro de Mazatlán y finalmente llegué al puerto donde salía el ferry a La Paz.

En el ferry había mucha gente y parecía que ya no había lugar, me enteré que había dos clases: Salón y Turista, con diferencia de 180 pesos entre las 2 y que el ferry salía a las 3 de la tarde para llegar a la Paz el día siguiente por la mañana.

Ya no había lugar en Salón, así que me asignaron un macarote clase turista, que era un cuarto aún mas chico que donde me estaba quedando, con una litera para compartir con un extraño, not good.

Otro detalle que enhanced the experience, fue que al ferry no le servía el aire acondicionado, pero bueno.

Una vez arreglado el asunto del ferry me dispuse a tomar algunas chelas frías frente al mar mientras pensaba, escribía, leía y admiraba como 3 de cada cuatro mujeres de Mazatlán son verdaderamente hermosas, a donde volteaba había una mujer guapa.

No sé por que traía prisa y lamento no haber pasado al menos una noche en Mazatlán.

Llegada la hora de abordar estuve esperando un rato a que llegara el extraño con el que iba a compartir litera, afortunadamente nunca llegó y tuve todo el metro cuadrado para mi solo.

En una coincidencia extraña me encontré con Edgar, un amigo del ccg, que andaba de vacaciones con su familia, muy cagado, fue buena compañía después de todo y ahí anduvimos, y hasta nos echamos un juego de cartas.

El viaje por el ferry estuvo muy ambivalente, por un lado el atardecer y la noche estrellada no tuvieron la más mínima madre, pero la ausencia de aire acondicionado, el gentío de gente, y el pinche mareo que me agarro en la noche hicieron un martirio físico mal pedo.

Al día siguiente, como casi no pude dormir, vi también el amanecer e incluso cuando nos acercábamos al puerto, como sacado de película de Disney, delfines acompañaron saltando el barco. Sonrío cuando me acuerdo de eso.

En fin, llegamos temprano a Pichilingüe, me despedí de mi amigo y tomé un colectivo a La Paz.

En la paz estuve dos días, paseando por la playa, por el centro, bebiendo agua de mango y enamorado de su malecón. Otras ciudades que toqué en mi Tour esas vacaciones, fueron Ensenada, Rosarito, Tijuana, San Diego, Los Ángeles y Las Vegas. Pero eso es motivo de otros posts.