Ella llegó 20 minutos tarde, no fue extraño. Cuando la vi, por un momento dudé de todo lo que tenía pensado decirle. Me abrazó, sentí su piel tan suave como siempre y su cuerpo cerca, empecé a dudar.

Platicamos de muchas cosas, su salud, amigos, familia, trabajo, y demás banalidades. Como siempre, pensando en lo políticamente correcto, decidí no decirle nada hasta terminar el desayuno. Y cuando terminamos le pregunte ¿qué es lo quería de mi?. Me dijo que ella quería que todo fuera como antes, (En ese momento me acorde de tantas cosas de “antes”, buenas y malas), le dije que yo no, que precisamente era lo que no quería, que había aprendido a reservar tanto mi corazón como mi dignidad, y que el “antes” no me interesaba. Me preguntó que era lo que yo quería. Avanzar, evolucionar, moverme, cerrar el ciclo. Se le quebró la voz y creo que aguanto el llanto. La necesidad de abrazarla y consolarla no fue tan fuerte como otras veces (aunque por ahí apareció). Después de muchos silencios incómodos nos despedimos. Cada quien se fue por su lado.

Me tomo manejar un par de horas para pensar. Cerré el ciclo.

El resto del día lo ocupe para celebrar con gente que quiero.

14 días para la primavera!