Después de 2 años en esta oficina y hay una mujer que me dice Mario. Al principio me dio hueva corregirla, esperaba que se diera cuenta ella sola, pero no. Después de todo no trato con ella seguido. Pero esta semana que me encontré casual con ella, me saludo y dijo muy segura y claramente “Hola Mario”, me cagó/divirtió. No la corregí.
Lo que me recuerda una anécdota muy cagada. Al principio de la carrera, era clásico que se organizaban fiestas y reuniones por el puro gusto. Como estabamos apenas conociéndonos también es clásico que haya gente que no te hayas aprendido su nombre, pero no hay bronca, basta con que te pongas abusado y en alguna conversación cualquiera pesques el nombre y asunto arreglado.
Resulta que en estas fiestas aparecía un individuo que siempre se aparecía y nadie sabía como se llamaba, pero nadie. Ya después de casi 3 meses, ya era mala onda referirse a el como ‘cht! Tu’ o ‘wey’. Así que un cuate muy abusado salió con un plan: En la peda de repente se iba a hablar del tema de la foto en las identificaciones. El iba a sacar su credencial del IFE y exclamar algo así como “Ah! Pero que cagado salí” y así tenían que hacer todos, entonces el monito sin nombre, siguiendo el juego, iba a sacar su credencial para poder leer su nombre y ahorrarse vergüenzas.
Fueron sacando credenciales uno a uno, y cuando saco la suya, Roberto (el de la idea) se la arrebato y dijo en voz alta “Pinche Joaquín que foto tan Cagada!”, todos se rieron y paso el asunto.
Un día en otro reven, el Joaquín bien enojado empieza a cagar a medio mundo, “Ya no me digan Joaquín!”, “¿Por qué me dicen Joaquín?” y alguien le respondió “Ah chinga!’, ¿Pues que no te llamas así?” “No, ¿Por que?” “Por que así dice tu credencial de elector, ¿qué no?” Entonces Joaquín sacó su credencial donde se podía leer: Nombre: Fulanito de Tal, Dirección: Joaquín Berlanga #4.
A la fecha no se como se llama, todos lo conocemos como el Joaquín.