El ultimo párrafo me tomo como 30 minutos escribirlo.
En el piso de la oficina donde trabajo somos como 45-50 personas, los jefes tienen sus oficinas con escritorios grandes, ventanas y puertas. Los que son medio jefes tienen escritorios grandes y sus lugares están separados del resto de la perrada por paredes de vidrio. Los demás trabajan en pequeños cubículos como caballerizas. Pequeños escritorios con paredes donde amontonan teléfono, computadora y cantidad de papeles. Algunos tienen pequeños detalles para adornar su infiernito, desde las figuritas que salen para armar en el pan bimbo, hasta una impresión del mail mas cursi que hayan recibido («El por que el amor es ciego», «solo para mujeres fenomenales» o cualquier presentación de PowerPoint con paisajes de fondo). En fin ya divague otra vez…
Ese, afortunadamente, no es mi caso. Cuando llegue a esta empresa no había muchos lugares disponibles así que me asignaron con mis 2 compañeras a una sala de juntas bastante grandecita, donde estamos muy a gusto. Una de mis compañeras, Blanca, ya no trabaja aquí, así que la sala la compartimos a nuestras anchas Maru y yo. El lugar es bastante agradable, tenemos privacidad y espacio. Por eso mismo no hay mucha mas gente con quien platicar, ni muchas formas de escaparte de una conversación por mas vana que sea. («Prefiero escribir en mi blog, que oir de tu viaje a San Juan de La chingada con tu familia») pero bueno…