De regreso a mi hotel tuve a bien preguntar en recepción la hora en que me recomendaban salir para llegar al aeropuerto a tiempo. Siendo el vuelo a las 11:30, yo quería estar a eso de las 9:00. La recepcionista resultó ser más conservadora que mi papá, y me recomendó salir a las 6:30 am. (WTF!). Por supuesto hice 30 minutos y estaba en el aeropuerto cuatro y media hora antes de mi vuelo.
Me senté en un lugar a desayunar y a esperar. Pronto nos encontramos toda la familia nos saludamos con gusto y nos dispusimos a tomar nuestro siguiente vuelo a Victoria Falls, Zimbabwe.
En el aeropuerto nos recibió un hombre de la agencia de viajes, nos ofreció agua y nos llevó a nuestro lodge (Bayete Guest Lodge). El lugar esta increíble de bonito, una serie de cabañas de lo mas civilizadas en medio de la jungla. Electricidad, (con conectores internacionales y hasta usb), agua caliente, aire acondicionado y wifi. Así con gusto me llevan de excursión.
Apenas nos instalamos y desatarantamos un poco y nos llevaron a nuestra primera actividad, un paseo por el río Zambezi durante el atardecer. Que cosa mas rica.
Nos sirvieron bebidas, snacks y nos dedicamos a flotar por el río. Apenas apareció el primer cocodrilo y la bola de turistas se volvió (nos volvimos) locos de emoción por haber visto nuestro primer animal. Un poco mas adelante pasamos por unos hipopótamos que solo asomaban los ojos y movían las orejas. El highlight del paseo fue cuando en la orilla se paseó un elefante a tomar agua y saludar.
El atardecer estuvo magnífico y el paseo muy agradable, pero ya para esas horas la familia que apenas llegaba de NY, se andaba cargando un Jetlag de aquellos y los perdimos por un rato.
Se puso el sol y, escoltados por mosquitos, regresamos al lodge a cenar y celebrar que a Tania la aceptaron en un nuevo trabajo en un hospital de NY.
Al día siguiente, pasaron temprano por nosotros para llevarnos a las cataratas Victoria.
Cabe mencionar que mi impresión de Victoria Falls es que es un pueblito muy práctico, me lo imaginaba mas grande, pero el aeropuerto estaba a 20 minutos del lodge y el lodge estaba a 15 minutos de las cascadas, y además de una oficina de correos y una vinatería, lo único que hay son hoteles, lodges y casas de huéspedes.
De camino, a lo lejos se alcanza a ver toda la niebla que levantan las cataratas y que se confunde con las nubes. Increíble.
Al llegar, lo primero que hizo el guía fue darnos ponchos impermeables para no mojarnos, yo acepté el mío parte con hueva de andarlo cargando y parte con escepticismo de usarlo.
Las cataratas tienen como 1.3 km de largo y dividen a Zambia de Zimbabwe, no son las más altas, pero avientan un rugido impresionante.
El paseo tiene 16 puntos de observación en la longitud de la cascada, hasta llegar al puente Victoria que fue construido por los ingleses hace poco mas de 100 años.
Conforme uno va avanzando, la brisa de las cataratas se va haciendo más intensa, y en algunos puntos de observación es tan densa que no se pueden ver las cascadas. Pero aquellas en donde si se pueden ver, ¡uf! Quitan el aliento.
Nosotros fuimos en temporada de lluvias, por eso traían tanta agua, y dicen que por ahí de septiembre es cuando más bajo está el nivel del río y uno hasta se puede meter a nadar en algunas zonas.
En mi plan de fotógrafo de National Geographic de petatiux, una de mis frustraciones fue que cada que sacaba la cámara, la brisa mojaba el lente y mas me tardé secándolo que tomando fotos. Termine guardando la cámara y disfrutando la vista.
Conforme uno avanza la brisa se hace mas densa y traicionera, básicamente lluvia. Y en algunos momentos el viento hacia la broma de mandarla por la retaguardia por sorpresa. Para cuando me di cuenta, ya estaba yo empapado y no tenía sentido ponerme el poncho. Llegue al puente hecho una verdadera sopa.
Decidimos que lo mas razonable era regresar al hotel por ropa seca antes del almuerzo.
El almuerzo fue en un restaurante no muy lejos del puente, llamado el Lookout Café. El lugar está en la mera orilla del risco con una vista espectacular del río. La comida no estaba muy buena, pero la vista compensaba todo.
Ahí junto al restaurante estaba la base para toda la banda extrema que se avienta por la tirolesa y nos tuvo entretenidos mientras comíamos.
A unos metros del restaurante nos habían recomendado que fuéramos a conocer el Victoria Falls Hotel, que es el lugar que construyeron para los trabajadores e ingenieros que construyeron el puente.
El lugar es como salido de una película de Robert Redford, taaan bonito y taaaan inglés que no pudimos evitar sentamos en la terraza a tomar el Té. Por supuesto como acabábamos de almorzar nadie quería comer nada, pero la mesera insistió en traernos el servicio del High Tea, que incluía una charola de tres pisos de sandwichitos y pasteles. La trajo y por supuesto terminó vacía.
Entre lo que aprendí ese día, resulta que los ingleses tenían un proyecto muy ambicioso de unir Sudáfrica con El Cairo por un ferrocarril, pero solo llegaron hasta Mozambique.
También que el hotel victoria era escala nocturna para los viajeros del vuelo semanal entre Southampton y Johannesburgo en 1948. Me lo imaginé clarito.
De vuelta al hotel, vimos un jabalí por la calle y varios changos (baboons), el chofer platicó que los changos eran una verdadera amenaza, y que si uno se descuidaba le robaban lo que fuera. Contaba que era común que los niños que iban por el mandado fueran atacados y despojados de cualquier artículo comestible por los changos.
También platicó que una medida de controlar la plaga era atrapando un chango y pintarle las manos de rojo. Resulta que estos animales por alguna razón no toleran el color rojo, y cuando uno llega con las manos carmesí, es atacado por los demás y la manada se disuelve.
Estuvimos un rato en el Bar del lodge platicando con el dueño. Nos decía que tenía un poco mas de un año de haber comprado el lugar y que estaba bastante contento. Luego empezó a necear hablando de cricket y perdió mi atención.
La cena fue en un lugar local muy popular llamado Boma. El lugar sin duda es una trampa de turistas, pero a estas alturas yo no estoy nada exigente. De entremés nos llevaron impala, que estaba bien a secas y un poco de cocodrilo que estaba buenísimo. Resulta que son de carne blanca y se parece al pavo.
El jabalí a las brasas fue lo que mas me gustó.
Después de la cena nos dieron bongos y llegó un grupo de animadores a dirigir el show. Nos pusieron a hacer ritmos y bailes y Estuvo bastante divertido.
Íbamos de regreso al lodge, cuando el chofer se detuvo y nos hizo señas para que nos asomáramos por la ventana. Entre la densidad de la jungla y la oscuridad de la noche se alcanzaba a distinguir la silueta de un elefante enorme, casi dos veces el tamaño de la camioneta y a escasos 3 metros de distancia. Lo primero que me vino a la mente fue un episodio de uno de esos programas de discovery tipo «cuando los animales atacan», en que un elefante volteaba un auto de un tope. Me puse nervioso.
El elefante andaba en su onda y seguro ni nos había visto, pero para mi fue como la escena del ojo del T-rex por la ventana del coche.
Sobra decir que no me la he acabado con la cábula familiar 🙁
Sigo con poquito internet, pero algunas han llegado a mi instagram: mausanchez.
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