La otra noche soñé que iba al Tibet.
La frontera era una especie de entrada de parque de diversiones con torniquetes, taquillas, postes para hacer filas y guardias chinos vigilando quien entraba y revisando mochilas.
No entré.
La otra noche soñé que iba al Tibet.
La frontera era una especie de entrada de parque de diversiones con torniquetes, taquillas, postes para hacer filas y guardias chinos vigilando quien entraba y revisando mochilas.
No entré.