Esta vez, el vuelo fue muy corto, y en cosa de 25 minutos, ya estábamos en el último campamento: Gunn’s Camp.
El campamento estaba luego luego del airstrip, nos recibieron con bebidas frías y casualmente preguntaron si en general me gustaba mas el café o el Té.
En términos de cabañas e instalaciones, en este campamento fueron las que mas me gustaron. Mas grandes que mi departamento en el DF y de mucho mejor gusto.
Así como en el primer campamento en Chobe tenía una familia de antílopes residentes, en este caso era una familia de Jabalíes. Así que era común pasearse por ahí y verlos caminando en fila de mayor a menor <3.
Aunque en términos de actividades, este campamento es el que tuvo menos que ofrecer. Las actividades posibles eran paseo en mokoro y paseo a pie. Nos platicaron que como no había llovido lo suficiente este año, las aguas del río no estaban tan profundas para andar en lancha, así que no había mucho mas que hacer.
Nos dieron de almorzar y nos presentaron a nuestro Guía Mike. Mike era un guía muy muy capaz, su conocimiento de animales, aves y vida silvestre era muy impresionante. El problema con Mike es que no tenía capacidad para detectar el sarcasmo o la cábula y todo se lo tomaba muy literal. Lo bautizamos «Literal Mike».
La actividad de la tarde fue nuevamente mokoro, lo cual no disfruté tanto como me hubiera gustado :(. Estaba muy estresado por no caerme y el paseo no fue ni la mitad de bonito que el anterior.
Aún así vimos unas águilas majestuosas, hicimos escala para tomars snacks & drinks, y vimos el atardecer espectacular de cada día. Así que no hay nada de lo que me pueda quejar.
Por la tarde noche convivimos con los demás huéspedes al calor de unos tragos. Todos en muy buen anímo y súper agradables. Cenamos entre tragos y risas.
Por la noche en un amplio desafío a los mosquitos y rindiendome al calor me dormí en puro Boxer y ventilador. Dormí como leño.
A las 6am, el wake up call llegó en forma de charolita con café. ¿Así cómo se puede levantar uno de malas a gusto? 🙂 El baño fue en la regadera al áre libre al amanacer y con cantos de pajaritos. Solo faltaron ardillas vistiendome como princesa de Disney.
Después de un breve desayuno, la actividad mañanera era salir al game drive pero a pie. Los guías se adaptan muy bien al paso del grupo, por ejemplo mi prima y tía son caminadoras de oficio y pues mi tío y yo somos mas bien de bajo impacto. Anticipando esto nos pusieron un guía adicional para hacer una ruta mas corta.
Nos dieron un briefing de seguridad y que hacer en caso de que veamos algun animal salvaje, a pesar de que lo mas probable es que no fuéramos a ver nada. Marchamos en fila (para ocultar nuestros números) con guías adelante y atrás. Efectivamente no vimos mucho, un antílope, y unos changos y elefante a la distancia.
Después de una hora el contingente de bajo impacto emprendió el regreso, lo cual fue una buena decisión, por que el sol empezó a calar.
En general estar parado en medio de campo abierto a mitad de la nada, completamente en silencio, solo sintiendo el aire y las ocasionales aves fue una experiencia increíble.
Dado que la oferta de actividades eran o mokoro o caminada, decidimos pasar una tarde de relax en el campamento. Convivimos un poco con los demás turistas, encontramos un juego de scrabble en un cajón y nos pusimos a jugar en esta terracita increíble.
Por la noche el staff del campamento nos ofreció una sesión de cantada y bailada en estilo africano. Mi memoria me traiciona y no recuerdo el show completo, pero claramente me acuerdo que en una canción el verso decía «Beatiful Botswana I will never forget you», y pues si.
Ahí se nos acabó el 20. Al otro día emprendimos el largo regreso. Tomamos el vuelo del airstrip a Maun y de Maun a Johanesburgo.
Esa tarde estuvimos en el African Rock Hotel, que es un hotel boutique muy nice y relativamente cerca del aeropuerto. Nos tomamos unos tragos y platicamos de nuestro viaje ya con nostalgia reciente. También cenamos una cena exquisita de 8 tiempos y 3 horas(!).
Luego de cenar nos hicimos de nuestras despedidas, ya que mi prima Tania y mis tías salían muy temprano a Lesotho y mi tío Jose Luis y yo nos regresabamos a NY y Mx, respectivamente, pero hasta el final del día.
Ese último día en Johanesburgo decidimos pasarla tranquila. En el hotel nos organizaron una ida al cine para ver Batman vs Superman que se estrenaba ese fin de semana y nos paseamos en un mall para matar el tiempo que quedaba antes de ir al aeropuerto.
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