Según google, el camino desde San Francisco a Portland nos iba a tomar poco más de 10 horas, así que decidimos salir temprano para llegar lo más pronto posible.
Además de plática amena y de nuevos playlist, el largo camino da tiempo para le reflexión y contemplación. Por ejemplo, iba yo muy pendiente para saber en qué momento se acababa California, para poderme dar una idea de lo que hace 200 años todavía era Mexico, y pues si era un montón de tierra. También conforme nos movíamos para el norte el sol de otoño como que cuaja, primero es como un amanecer eterno, ósea sol de las 8:00 am que dura hasta las 2 de la tarde y luego hay un atardecer interminable, con sol de las 5 de la tarde por el resto del día. Se siente como que quedan a deber el medio día.
Pero la parte más disfrutable del camino es ver cambiar al paisaje. California cambia de llano y Amarillo al verde de la montaña. También hubo un pedazo muy triste donde el paisaje se pone negro y gris resultado de los incendios del verano pasado, per conforme avanzamos al norte, la fiesta de colores otoño es un espectáculo increíble. Verdes, rojos, naranjas, amarillos. Una delicia.
Las paradas que hicimos en el camino fueron más bien utilitarias, café, gasolina, snacks y comida. Incluso hicimos parada por Gas en Springfield Oregon, que según Matt Groening es el Springfield que inspiró a Homero y su familia amarilla.
Con todo y paradas, y una que otra vuelta equivocada, el total del viaje fue de 13 horas. Llegamos a Portland a eso de las 9pm, cansados y entumidos.
Nos quedamos en un hotel de la cadena Stay Pinneaple, que tiene un fetiche muy simpático con las piñas. Cenamos algo sencillo en el hotel y caímos rendidos.
Al otro día, desayunamos en Mother’s Bistro que es un Diner que estaba muy bien calificado en Foursquare (que oso ir a algo con menos de 8). Desayunamos muy sabroso, café de Oaxaca y una de las French Toast más ricas que he comido en mi insípida vida.
Antes de emprender camino, íbamos a hacer una parada “rápida” en una tienda de juegos. Pero resultó ser como una meca de los juegos de mesa, y nomas tirando baba se me fueron un par de horas.
Las cuatro cuadras que conocimos de Portland, se nos hizo bonito, aunque que el otoño en esta zona ayuda. Ojalá hubiera algo más que hacer aquí, como para regresar.