El Domingo el anfitrión/Traductor oficial tuvo una jornada laboral necesaria para sus vacaciones, así que el plan turistero se movió a un lugar cercano, fuimos a Niza que es la ciudad (opuesto a pueblo) mas cercana a Antibes.
Mis referencias on-line primarias fueron la sección de Viajes del New York Times para las recomendaciones y la Guía Michelín para llegar a cada destino.
Para Niza, el NYT recomendaba «Le Petit Maison», que presumía ser lugar de elección de Sir Elton John y su querido cuando visitaba la Ribiera. Encima de eso al parecer estaba a precios populares.
El problema es que por acá, en Domingo solo el Verde y algunos monaguillos trabajan, así que descartamos el lugar y decidimos por alguno abierto.
Tomamos el tren a Niza que hizo como 30 min y de ahí caminamos por el Malecón (paseo Anglicano) que está chulo de bonito. Luego me guiaron por lo que es el Centro «Viejo» de niza que esta lleno de callejones pintorescos e igual de bonitos.
En Niza seguí comprobando la tesis de que el souvenir inutil y de mal gusto es internacional e universal. Cheil! Maldito consumismo.
Como en todo lugar al norte del planeta, la primavera llega mas tarde y el clima esta mas bien frío. En un momento hicimos escala para calentar en una iglesia local nada llamativa (van Dos). Iglesia estándar donde lo único fuera de lo común era que estaba ensayando el coro local.
Luego de caminar un poco mas nos decidimos por un lugar para comer. Una ensalada, un calzone y una amena plática fue la orden del día.
Al salir nos comimos un helado de lo mas sabroso. (Little did I Know que era solo el principio de una orgía heladeril por venir).
Después del helado nos fuimos a la playa de piedras de Niza, donde los niños en lugar de enterrarse en la arena se lapidan y los castillos los hacen mas sólidos que en la arena.
Lo chido de la playa es el sonido que hace el mar al pegar con las rocas, bastante peculiar y relajante. Algo bueno tenía que tener la playa.
En camino de regreso a la estación, nos encontramos con La Petit Maison y pudimos comprobar que efectivamente estaba cerrada y que Elton John muy probablemente no iría ese domingo.
Regresamos a Antibes en tren justo a tiempo para que la única tienda que abre en domingo nos cerrara la puerta en la cara y no nos diera tiempo de comprar mucho para la merienda o desayuno.
Al poco tiempo de llegar al departamento llegó el anfitrión y en una combinación entre jet-Lag atrasado y cambio de horario estuvimos despiertos hasta tarde.