El viernes con Guayabera puesta, organicé salir de la oficina a eso del medio día. Con el retraso normal causado por el tráfico del último puente-como-lo-conocemos de la historia, pasaron por mi Andrés y Sra a eso de las 6 de la tarde. Hicimos escala en Cuernavaca para ver al Papá de Andrés al cual me dió mucho gusto saludar.
El camino estuvo largo como el puente mismo, todo el mundo y sus tíos fueron a Acapulco (As usual).
Como acompañante en el viaje tuvimos como villano invitado a Manú Dornberrier, escritora amiga de la Mamá de Adriana que también radica en Acapulco y aprovechó que ibamos para alla para agarrar raite. Siento que nos hizo el camino ameno, platicó y platicó acerca de muchas cosas, sus amigos escritores, su historia, política etc. Resulta que es gran amiga de AMLO y su defensora ferviente, por lo que hizo algunos comentarios que me calaron pero decidí no iniciar una discusión sin sentido de un tema en el que ninguno iba a poder convencer al otro en un espacio reducido donde teníamos que convivir durante 6hrs, así que nos dedicamos a escuchar.
En general una persona interesante y agradable de escuchar, con sus asegunes, como su simpatía por AMLO y que se me hizo muy curioso que al vivir de «la Palabra» dijera «GenteS», pero bueno.
Al llegar a Acapulco, nos regaló libros con dedicatoria a todos. A mi me tocó «Foxtrot», leeremos a ver que tal.
En Acapulco nos recibió la Mamá de Adriana con comida italiana de alto gusto y una vista al mar insuperable.
Al día siguiente después de un desayuno en un lugar donde se jactaban de un «Bad english but good Mexican Food» (Lo del inglés no lo pude comprobar, lo otro si), nos dispusimos a pasar la tarde tirados frente al mar disfrutando de bebidas exóticas (Yoli y Cerveza).
El pretexto que había llevado a mis amigos a Acapulco era la boda de una amiga de ella, el pretexto que me llevó a mi fue que me invitaron.
Aunque no tenía invitación para la boda confiamos en los poderes que me otorgan mis guayaberas, ya curadas por la costa, y fuimos a atestiguar la unión de la Feliz Pareja.
Gina y el Pollo (los novios según me enteré), resultaron ser finísimas personas y dieron una buena fiesta a invitados y gorrones por igual.
Nunca había ido a una boda en la playa y resulta que gran parte del ritual es el mismo: bebida, cena y baile de música de boda gratis (No me quejo), pero con el plus de que se puede ver en vivo un atardecer digno de un fwd pps y que se puede bailar descalzo sobre la arena junto al mar. Cosa que me quedé con ganas de hacer.
Con la sangre diluida con Vodka, la noche en la playa, una luna sonriente y la falta de alguien con quien compartirlo de primera mano me puse a pensar mucho, lo cual detesto, quisiera tener un control de balance donde (L) sea Pensar y (R) sea sentir y la capacidad de ajustarlo. Espero esta primavera trabajar en ello.
De regreso de la boda nos encontramos con la exportación infame del tráfico de la Cd de México al Puerto de Acapulco, y descubrí que puedo postear desde mi cel (!).
Aunque también descubrí que durante el mes de Enero, que con singular alegría usaba el wap para leer mails y blogs, bajar 1MB de información me costó 200 pesos!!!! (luego se preguntan por que Slim es el tercer hombre mas rico del mundo, es en parte culpa mia).
Al día siguiente el plan bajo de nivel de pretensión y después de un abundante desayuno nos dispusimos a desafíar a los dioses de la productividad y el trabajo y tirarnos en la playa a reposar la díficil vida que llevamos.
Por la tarde llegaron algunas amigas de Adriana atraídas por los rumores de los misteriosos poderes de magia y virilidad que emanan de mis guayaberas, y pasamos una tarde muy agradable a la orilla del mar, con mas bebidas exóticas (Mas Yoli y Mas cerveza). El día duró muy poco.
Después de cenar y agradecer las atenciones a mis anfitriones, emprendimos el camino de regreso a la ciudad.
El día de hoy después de un par de tazas de café estoy listo para ejercer el místico poder primaveral de mis Guayaberas.