Trip Primaveral – 5

Al otro día nos levantamos mas bien tarde y mientras el Verde arreglaba sus asuntos con los tribunales italianos, me di un quemón de los alrededores de Florencia.

Ya luego nos dispusimos a visitar el Duomo (aka Catedral de Santa María del Fiori) una impresionante catedral que para nada cayó en mi idea de iglesia clicheada Europea.
Al salir subimos los 414 escalones de la torre del campanario para tener una vista bien perrona de Florencia.

La subida de tanto pinche escalón me dejó muchas cosas.
Primero que los 98 escalones de Mónaco fueron un mero entrenamiento. Me dejó una vista perronsísima de Florencia y también me dió un leit motif alterno para el viaje.

En la torre uno puede ver conforme sube, como cada turista, en su afan de ser parte de la historia, deja su marca grafiteada en la piedra centenaria. Unos dejan el clásico «Aqui estuvo Fulanito» o los nombres juntitos de dos enamorados en un corazón entrelazados (Cual penca de maguey), otros dejan pensamientos mas elaborados y otros hasta tienen discusiones musicales en los monumentos nacionales.

Por un lado, estoy de acuerdo que es de lo mas ñero andar rayando las paredes marcando el territorio (…aunque es mejor que si lo mearan), pero tiene como un lado pop, sobre la conservación de las glorias anteriores y memoria histórica vs los cambios y el desapego. Espero elaborar en eso mas tarde.

Ahí en la cima de la torre, con los muslos reclamando fui testigo de un Breaktrough existencial de la Bambina Skene y yo mismo continuaba mi breaktrough global de muchas cosas que pensaba que ya sabía, pero no tenía idea hasta palparlas. ya decía una amiga mía. Los viajes mas que ilustrar, desnacan.

Bajamos pues de la torre del campanario y yo me imaginaba la joda que debió haber sido andar subiendo y bajando 414 escalones para llamar a misa.

De ahí nos fuimos al museo de los oficios, donde nos comimos unos heladitos para ver si se nos hacía mas ligera el sendo filón que había para entrar. Igual con todo helado y la cola fue una mentada madre, pero ¡ah! que buen helado.

Ya que entramos nos paseamos por las salas del museo lleno de esculturas, pinturas, obras de arte y pinchemil turistas, (pinchemil tres, si nos contamos a nosotros).
Lo que mas me gustó/aprecié/disfruté fue el Nacimiento de la Venus de Boticelli, una escultura al Dios mercurio, y el análisis artístico, reflexiones y comentarios atinados de mis acompañantes. Bonita la compañía, Bonito el museo.
Espero que se me haya borrado algun recuerdo inútil del caché y haya sido sustituido con algo un poco de mas caché.

Salimos justo a tiempo para hacer hambre y esperar a que abrieran el otro restaurante recomendado por los del Hotel.
No he comprado ningun souvenir ni recuerdo de mis vacaciones, pero eso si, no ha habido ninguna pichicatez presupuestal para la comida y, ¡ah! como ha valido la pena, he comido sabrosísimo.

Después de la comida pasamos a comprar oooootro helado al puente viejo. Este helado reconozco que ya fue un exceso, en primera por que lo pedí doble (y costó €9 ¡ouch!), y en segunda por que me empachó. ¡Cheil!

Así empachado nos regresamos al hotel entre la turistiza callejera, mientras pasaban por la tele italiana al Gran Fratelo, (sin la chiva) puse a cargar mis gadgets y ahí acabose el día.

La visita Florentina siguió al otro día. Fuimos a la Piazza de la Santa Crucce.
Al ver la explanada lo primero que me vino a la mente fue la escena de Indiana Jones y la última cruzada cuando salen de las alcantarillas en «venecia». No he podido googlear la imagen, pero bueh… que puedo decir, soy otra mente educada en gran parte por Jaligud.
En la iglesia de la santa cruz, nos encontramos con Dante, Miguel Angel y Galileo (al menos sus tumbas) y un dios padre todopoderoso de muchos metros que originalmente estaba en la Catedral de Fiori y la movieron para Santa Cruz en honor a los caídos en la primer guerra mundial y para levantar el rating de la iglesia.

Cuenta la historia que a mitad del siglo XX hubo una inundación bien perrona que dañó, entre muchas cosas un crucifico (el de Zimbaue, creo) valiosísimo. Una foto dentro de la iglesia muestra al Papa en turno lamentándose de la pérdida de la cruz. Me acordé del comercial de «…pero si es la remera que uso Jagger en el concierto del ochenticínco…».
¡Ese apego a las cosas materiales que traemos tan, pero tan arraigado!

También en ésta iglesia, se encuentra una túnica de san Francisco de Asis enmarcada como si fuera un Hard Rock Café Franciscano.

Al salir de la Santa Cruz, como que ya nos hacía falta subir unos escaloncitos, así que nos buscamos un punto alto donde se viera bonito Florencia, y lo encontramos en la Plaza Miguel Angel, así como otros 300 turistas. (¿no que era temporada baja?).

Para cuando nos decidimos ir al museo de la Academia ver al Dave, ya era tarde y no nos daba tiempo de visitarlo por que teníamos que salir para Roma y la cola de adolescentes estaba poco mas que eterna. Comimos y armados con un mapa de a deveras y sin guía Michelin ni NYT diciendonos por donde ir, nos lanzamos ahí a donde todos los caminos llegan.

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